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Parte II Verdad Vs Verosimilitud: el arte de la retórica

Foto del escritor: Sapere AudeSapere Aude

Actualizado: 4 may 2023


Dentro del “Diálogo de Gorgias”, en la conversación entre Sócrates y el mismo Gorgias, éste se delata y afirma cuál es el primer objetivo del uso de la retórica: el procurarnos la libertad como fruto del dominio de las demás en política, en la participación en asuntos públicos, en los foros y en la propia vida cotidiana. También dice Gorgias más adelante que la retórica “tiene bajo su dominio la potencia de todas las artes” (456 a -457 c).


Hay que reconocer a favor de Gorgias, que más adelante retrocede y es capaz de rectificar en sus postulados iniciales y da la razón a Sócrates de que la retórica al igual que los demás medios de lucha hay que emplearlos también con justicia (456 a-457 c).


La humildad que muestra Gorgias en este párrafo nos refleja cómo la humildad repercute enormemente en la credibilidad o ethos del hablante. La arrogancia y la no escucha de las personas no facilita el prestigio de éste y provoca un prejuicio de las demás personas ante lo que va a decir. Sin embargo, como decía ya Quintiliano en Instituciones oratorias, XX 1 1, el orador debe ser un vir bonus dicendi peritus, “un hombre bueno que sabe hablar”. Dice que ni siquiera llegará a ser un orador si no se es un hombre honrado ne futurum quidem oratorem nisi virum bonum (Quint. XII 1, 3).

Aunque se quiera vivir en un mundo de apariencias se acaba trasluciendo lo que se tiene en el corazón. De lo que rebosa el corazón habla la boca (Lc 6,39-45), una persona honrada puede intentar que la información verdadera sea verosímil, pero es muy difícil que todo lo que no sea verdadero tenga una cobertura de verosimilitud. La retórica, aunque sea un arte e incluso una ciencia y haya que utilizar una serie de técnicas aplicables como toda acción acaba vislumbrando el sujeto que la realiza, sus intenciones, su bondad o maldad y su estado de ánimo. El hombre no solo produce externamente, sino que sus acciones reflejan la integridad de la persona humana debido a la unidad sensoracional integracionista del ser humano. Aunque el concepto dualista de persona iniciada por Descartes, nos hace creer que no se va a notar quién está detrás de lo que decimos o escribimos realmente se acaba reflejando el alma de esa persona. Por eso los grandes retóricos son aquellos que reflejan con sus palabras lo que verdaderamente son, sino pierde fuerza la capacidad de persuasión.


Como bien defiende Sócrates en “Diálogo de Gorgias”, un buen retórico también es el que no se acostumbra a anticipar, por meras conjeturas, los pensamientos del otro, y asimismo, el otro pueda desarrollar hasta el fin su pensamiento como quiera, con arreglo a sus propias ideas (Gorgias, 454 b-c).

Llama la atención sobremanera la falta de educación que hay actualmente en las Asambleas políticas como en el Congreso de los diputados entre los interlocutores de los distintos partidos políticos. La cultura y la educación deberían hacernos más humanos, pero en algunos casos parece que se desarrolla más la parte instintiva animal de éstos. Más bien reflejan una falta de dominio personal porque no dejan hablar hasta el final, se interrumpen, humillan al otro, tergiversan sus palabras maliciosamente y mantienen un diálogo lejos de un diálogo racional descubridor de la verdad.

Entiendo que tiene que haber oposición en las posiciones y es lógico que se haga un buen uso de la retórica para llevar el debate hacia lo que te interesa como partido político, pero es denigrante cómo personas humanas con una supuesta valía profesional no son capaces de transmitir a la sociedad un poco más de civismo y un poco más de respeto que merece cualquier persona.


 
 
 

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