top of page

¿Soy el hombre capaz de inventar las cámaras de gas?

Foto del escritor: Sapere AudeSapere Aude

El hombre es el ser vivo con más grandeza que ha existido en el mundo, es un fin en sí mismo que no existe para sí sino para otros. Es tan grande que la cultura, la historia, la sociedad, cualquier ciencia dejaría de existir si no existiera el ser humano. No se ignora que existe el ser humano, pero a veces por no conocerlo bien en todas sus dimensiones se ha caído en un reduccionismo que le empobrece.

De ahí que el objeto de la filosofía y de la antropología no es la cultura sino el hombre que es previo a ella. Dependerá de nuestra concepción del ser humano para que realmente nos sintamos legítimos para educar de una manera u otra o bien para que usemos la técnica con un límite u otro.

Todo tiene su fundamento en qué es el hombre, cuál es su naturaleza, cuál es la relación del cuerpo y de su psique, y cuál es su función en el mundo.


No es posible hablar de cultura sin antes reconocer que el ser humano es un ser corporal pero también espiritual. Tiene un espíritu que hace posible esa grandeza. Como dirá Victor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido “es el ser que inventó las cámaras de gas, pero también es el ser que entró en ellas con paso firme y musitando una oración”. Es el hombre el que decide quién quiere ser por su interioridad y por su libertad.

El hombre por su dimensión trascendente es capaz de autodistanciarse de los objetos que conoce y de sus obras. Puede proyectar sobre su vida, puede volver sobre sus acciones, corregirlas, narrarlas y engrandecerlas.


De ahí que solo el ser humano es capaz de cultivar el entorno en el que vive, sólo él puede escribir sobre el ser humano y sobre lo que aprende de él.

La educación en toda la integridad de la persona es el regalo más preciado que podemos dar al ser humano. Hacerle consciente del regalo de su interioridad, de su capacidad de aprender, que es infinita, de los libros y de los demás, y de la necesidad de compartir a través de la conversación y el diálogo.


El arte, la literatura, la historia nos ayudan a descubrir la belleza que intuimos, pero no conocemos a fondo, vislumbramos en los otros el sentido verdadero de las cosas y las aprendemos leyendo, observando, escuchando.

El ser humano necesita que le enseñemos a gestionar racionalmente esos resortes irracionales que bullen en cada uno y que guiándolos, sabremos potenciar al hombre para engrandecerlo.


Que conozca ese afán de poder que ruge cada minuto que pasa, esas ganas de dominar que también es tan propio del hombre y que enseguida nos posee. El ser humano que deja que crezca en él el Superhombre nietzscheano puede llegar a destruir al propio ser humano. Nuestra propia cultura puede crear monstruos que nada tienen de humanos, o son hombres animalizados o bien hombres maquinizados. Qué triste que no sepamos manejar la evolución de la técnica y no tengamos el mundo interior suficiente como para saber detectar cuando es una amenaza para lo más íntimo del hombre o bien es una mejora digna.


A la vez, enseñar la vulnerabilidad del hombre como ser contingente que es, la humildad de quién dialoga con su naturaleza humana porque es la que mejor le conoce y le hace feliz.

Ante las creaciones del ser humano, ante la cultura, la técnica y las ciencias, enseñar a preguntarse esto me enriquece como hombre o me empobrece, si sigo estas instrucciones seré el que invente más cámaras de gas o entraré musitando oraciones perdonando a los que me han hecho daño porque he aprendido que el tesoro más grande del hombre es poder convivir con su propio yo y su conciencia.


 
 
 

Comments


bottom of page