
Como mencioné en mi entrada anterior, en el feminismo de igualdad están Wittig y Simone de Beauvoir, como las principales promotoras. Estas consideran que la mujer es una clase que tiene su origen en la oposición del hombre, en sí no existe sino sólo en relación y en conflicto con él. Así que la solución para que no haya este conflicto es eliminar el sexo masculino. De este modo, si no hay un sexo masculino tampoco habrá el femenino. Creen en una sociedad andrógina; es decir, una sociedad constituida por individuos que a simple vista, resulta difícil de determinar si son hombres o mujeres.
Actualmente es el feminismo que está más en auge y es el que abandera la ideología política de muchos países.
Por un lado, Monique Wittig, filósofa feminista, teórica, novelista y activista francesa, realizó significantes aportes teóricos a diferentes ramas del feminismo y lesbofeminismo en el siglo XX. Su tesis o idea principal, es que la categoría de sexo apresa a las mujeres, por lo que propone como solución destruirla y comenzar a pensar más allá de ella para empezar a pensar realmente; es decir, la desaparición de los sexos como realidades sociológicas para comenzar a existir de verdad.
El feminismo para Wittig, es una lucha por las mujeres como clase. Alega que las primeras feministas se equivocaron en su planteamiento, por lo que plantea que la historia hay que verla como un proceso dialéctico que se desarrolla y evoluciona por conflicto de intereses. Es decir, el problema está en esta dialéctica, en este planteamiento dualista.
Plantea un análisis materialista de la mujer como clase y considera que lo que existe son categorías “mujer” y “hombre”, que no existen como tal por naturaleza sino que son categorías políticas y económicas e inventadas por los hombres. Hace una comparación con el materialismo dialéctico de Marx considerando que las categorías son una invención de los opresores. Por esto mismo, siguiendo la teoría marxista, propone eliminar a los hombres como clase, a través de una ardua lucha política, la que actualmente está habiendo.
Por otro lado está Simone de Beauvoir, quien considera que el hombre es un tipo humano absoluto, que la humanidad es masculina y que el hombre define a la mujer no por ella misma sino en relación con él, tal como lo expresa en la introducción de su obra “El segundo sexo”. Recalca que el hombre no se determina en relación a la mujer, sino que ella es lo inesencial frente a lo esencial que es el hombre; él es el sujeto, el Absoluto y ella es la alteridad. La palabra alteridad la utiliza Hegel, pero también la utiliza la filosofía personalista como Levinas (no hay un yo sin un tú). La relación dialéctica como explicación de la realidad la inicia Hegel y ella la da por supuesto. Ningún colectivo se define nunca como uno sin ubicar inmediatamente al otro frente a sí. La alteridad es una categoría fundamental del pensamiento humano.
Vemos en Beauvoir una influencia hegeliana y a la vez marxista, ya que utiliza el materialismo histórico y dialéctico de Marx para explicar su primer presupuesto de su pensamiento filosófico. Para ella, la mujer siempre ha estado subordinada al hombre. Es determinista y piensa que el hombre depende de la mujer por deseo sexual y por deseo de descendencia, pero esa dependencia no da por hecho que reclame esa identidad: si tú dependes de mí soy alguien, soy mujer.
Todo el mundo tiene la pretensión de afirmarse como sujeto y esto es una pretensión ética, pero existe la tentación de huir de su libertad y de constituirse en cosa, y esto es a lo que se refiere Wittig cuando dice que la mujer tiene que luchar por su reconocimiento. Se comprende que la dualidad de los sexos como toda dualidad, se haya traducido en un conflicto. Se comprende que si uno de los dos consiguiera imponer su superioridad tendría que ser una superioridad absoluta.
La contradicción final de Beauvoir es que si plantea que siempre hay dualidad siempre tiene que haber una superioridad por lo tanto el feminismo de la igualdad que predica no es posible. Hay contradicción en sus propios argumentos, el modelo que ella defiende no es un modelo de igualdad, es de un conflicto perenne. Para ella la relación perenne es de sumisión, de dominio y de dependencia y la mujer además no reclama ese reconocimiento.
Dirá que una cosa es hembra de la especie humana y otra es revestir a esta hembra de una feminidad. Y es cuando dice que son los hombres los que se han inventado a la mujer. Estas características atribuidas a la hembra humana llamado femeninas están revestidas en el seno de una sociedad concreta, es la civilización la que elabora este producto, que es el intermedio entre el macho y el castrado. La hembra humana está subyugada porque se le ha revestido de feminidad, se supone que si le quitamos la feminidad puede reclamar algún tipo de emancipación o identidad.
Piensa que si no existiera el hombre no sentiría vergüenza, sentimiento que se da porque el otro está viendo lo que tú haces. Si no hubiera “otro” no lo sentiría, no me miraría juzgándome. Es decir, yo soy un ser fijado por el otro, degradado por el otro y la mirada del otro me objetualiza.
En conclusión, el feminismo de igualdad defendido por Wittig expresa la opresión de la mujer por culpa del hombre, por lo que hay que eliminar la clase de “hombre”; y, por otro lado, Simone de Beauvoir, apuesta por la idea de que la mujer se hace mujer una vez que se acabe con la figura del “hombre absoluto”, pues es él quien ha inventado a la mujer.
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