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Parte III: ¿Feminismo de igualdad o de Diferencia?

Foto del escritor: Sapere AudeSapere Aude

Feminismo de la Diferencia

Como mencioné en mi entrada anterior, en el feminismo de igualdad están Monique Wittig y Simone de Beauvoir, como las principales promotoras. Por un lado, Wittig expresa la opresión de la mujer por culpa del hombre, por lo que hay que eliminar la clase de “hombre”; y, por otro lado, Beauvoir apuesta por la idea de que la mujer se hace mujer una vez que se acabe con la figura del “hombre absoluto”, pues es él quien ha inventado a la mujer.


A diferencia del feminismo de igualdad, existe el denominado “Feminismo de la diferencia” defendido principalmente por la filósofa Cendón de León, quien argumenta contra Wittig y Beauvoir, analizando el valor de la diferencia y el papel insustituible de la mujer en la sociedad.


Por un lado, les critica por su determinismo, ya que en varios momentos repiten que todos y siempre. En cualquier caso, dirá que hay que hacer más sociología, más estadísticas y menos tesis ontológicas. Afirmará que parece que olvidan la cantidad de cosas que han creado e inventado las mujeres para hacer posible el nivel de humanidad y civilidad que ahora tenemos.


Como se ha descrito en el post anterior, las defensoras del feminismo de igualdad alegan que la solución es eliminar la clase de los hombres; es decir, proponen la denominada sociedad andrógina. Según Cendón de León, si negamos la diferencia lo que ocurrirá es que siendo todo dominado por hombres, incluido el sistema, seguirá siendo androcéntrico -el hombre como centro de todas las cosas-.


Para las feministas de la diferencia es muy importante el “qué” y el “cómo” ya que por muy importante que sea el qué no debe lograrse a cualquier precio. Se consigue emancipación económica, capacidad profesional y estar en política, pero el precio puede ser soledad, agotamiento, triples jornadas, venta de la propia alma, claudicaciones, enfrentamientos, dispersión y enfermedad en muchos casos. Con frecuencia se ha supuesto una competitividad y un esfuerzo más allá de lo aceptable.

A las feministas de la diferencia no les interesa una sexualidad semejante a la masculina de “aquí te pillo, aquí te mato”. No les interesa una promiscuidad que los hombres reclaman simplemente para ser iguales. En la libertad sexual les interesa más el cómo que la cosa en sí. Algo que por el contrario, Simone de Beauvoir dirá que las mujeres tienen que tener el mismo comportamiento que el hombre.


Cendón de León pide un cambio de modelo, acepta la igualdad básica entre hombres y mujeres, pero nunca la igualdad con los hombres porque eso implicaría aceptar el modelo social y cultural que está criticando, el modelo androcéntrico, y entonces la igualdad significaría el triunfo definitivo del paradigma masculino. El panorama quedaría reducido a hombres y a hombrecitos todos casi iguales, no hombres y mujeres.


No quieren una igualdad que aniquile la diferencia sexual, ni un sujeto universal que consagre el modelo masculino de ser libre, de trascenderse, de ser y de otros idealismos que no son más que huidas hacia adelante por el miedo a la propia naturaleza.


Lo expresan así porque en el segundo presupuesto del pensamiento de Beauvoir sobre la experiencia del cuerpo y la naturaleza, deja bien claro que odia la naturaleza y la maldice por ser una naturaleza reproductora de la mujer; pero en el fondo huye de lo que es la mujer, por lo que habla de su liberación y del desprendimiento de de la maldición de la procreación.


Para la filósofa Cendón de León, se ha contrapuesto igualdad a diferencia, cuando en verdad no es posible conseguir una verdadera igualdad sin mantener las diferencias; de lo contrario no sería más que una colonización a saco. La diferencia es algo bueno en una sociedad, así puede haber cambio y pluralidad, sino sería homogéneo y estático. Una sociedad en la que el sujeto, aunque sea neutro, sería masculino. La anulación de las diferencias nos está llevando al modelo único, al pensamiento único, a la economía global.


Además de Cendón de León, también tenemos como filósofo que defiende este feminismo de la diferencia al antiguo Pontífice Karol Wojtyla, así lo demostró en una carta que le escribió a la señora Monsella previamente a la conferencia de las Naciones Unidas realizada en Pekín. En ella resaltaba, entre otras cosas, que la mujer tiene el papel de humanizar la sociedad, que es la que conserva las huellas de la dignidad humana, defiende la familia y preserva los valores culturales y religiosos. No confundamos igualdad con igualitarismo, esto empobrecería a la mujer y a toda la sociedad, deformando o perdiendo la riqueza única y los valores propios de la feminidad.


A su vez, también está el francés Lévi-Strauss, quien critica al feminismo de igualdad en un texto publicado sobre la división del trabajo. Para él la división del trabajo y la división sexual del trabajo no es algo tan natural, sino que ha sido algo que se ha creado de una manera social y cultural.


Según Strauss, el estado de dependencia recíproca es el motivo principal por el que el ser humano ha hecho esa división del trabajo y con esta afirmación se enfrenta al pensamiento feminista de la igualdad que ve la división del trabajo según el sexo como una imposición de patriarcado; es decir, del hombre hacia la mujer, para relegarla a un segundo plano y dominarla, pasando a ser un objeto de su propiedad. Así lo manifiesta Simone de Beauvoir en su tercer presupuesto de su pensamiento con raíces en la filosofía de Hegel, en el que alega que la mujer es propiedad del marido (“Patriarcado”).


Asimismo, Zygmunt Bauman también hará una defensa del feminismo de la diferencia y del valor relevante de la mujer, en un escrito titulado “Trabajo, consumismo y nuevos pobres” critica que ahora no se distinguen los conceptos de trabajo y de mercado de trabajo; si se habla de trabajo se habla de trabajo remunerado, bien visto por la sociedad porque genera un ingreso que es vendible. De esta forma en la sociedad se deja fuera algunas tareas más propias de la mujer en la familia como la economía de la moral que es la práctica de la enseñanza de los valores en las que se enseña a obrar el bien común. Por lo tanto, criticará que la praxis política tradicional está regida por hombres y es la que ha puesto este concepto de trabajo. Se corre el peligro de que si no se valora el papel imprescindible de la mujer es fácil que los lazos familiares se disuelvan y los valores como la solidaridad desaparezcan.


Como conclusión quiero comentar que sigo admirada por la gran trascendencia que ha tenido en el pensamiento posterior la teoría social y política de Marx influenciada por Hegel. Es una teoría materialista que solo puede inferirse en las personas con una pensamiento comunista y materialista porque se basa en una teoría muy reduccionista y determinista. Ser algo en relación a otro es creer muy poco en lo que se es y por tanto en la existencia de una base metafísica de la persona. Si no eres nada es fácil que puedas caer en ser para o en ser en relación con. No deja de sorprenderme que el comunismo, a pesar de haber sido una teoría que está más que probada que cuando se ha aplicado en algunos países no ha funcionado, sino que ha empobrecido y deshumanizado a toda la sociedad, siga teniendo tanto auge en nuestra sociedad actual más intelectual y democrática.



 
 
 

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